En algunas ciudades las medidas extraordinarias sobre veladores que se adoptaron durante la pandemia ya se han suprimido y ahora toca el turno a Córdoba. El pasado lunes 10 de octubre se reunía la Mesa de Veladores, integrada por representantes de la Gerencia Municipal de Urbanismo, del Consejo del Movimiento Ciudadano, Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara, Asociación Apata y Hostecor, y acordaba la vuelta a la normalidad en lo referente a la ampliación de la ocupación de la vía pública por terrazas y veladores, dando por finalizado el periodo de excepcionalidad a causa del covid.
Una resolución que los hosteleros de la ciudad asumen divididos entre la resignación y la conformidad «porque nunca llueve a gusto de todos, eso ya lo sabemos», admite un camarero de una de las terrazas que se extienden en la avenida de Barcelona en la parte más próxima al cementerio. «A nosotros nos venía bien y a lo mejor hubiésemos preferido que hubiesen aguantado un poco más la fecha, a lo mejor hasta principios de año, pero bueno». En esa misma línea se posicionan otros bares próximos a la Plaza del Cristo de Gracia en los que veían con buenos ojos estirar un poco más el chicle de la excepcionalidad de la ocupación de vía pública para «empujar un poco más la recuperación de todo lo que hemos perdido en este tiempo», explica una chica desde la barra que pide que no se nombre el sitio donde trabaja. Asegura que dos amigos suyos, propietarios de un bar en Fátima, tienen su mismo parecer, «lo aceptamos pero no estamos tan conformes». El caso es que a consecuencia de la pandemia, desde Urbanismo se optó por tomar medidas excepcionales como la flexibilización de espacios, ante la necesidad de asegurar una mayor distancia de seguridad entre grupos de clientes.
Una postura contraria trasladan desde Moriles 3. Un asalariado explica que ve natural que se retome lo de antes, ya que con todo se está volviendo a la normalidad. Este local, que extiende sus mesas en la plaza de Matías Prats y en la misma avenida de Manolete, había optado ya por reducir el espacio entre mesas al metro y medio habitual. Por esa misma zona, Lizarrán y El Obrador también se muestran partidarios de retomar la distancia pre pandemia. «La normalidad llega para todos y ya es hora», apuntan desde la franquicia de pinchos.
Para Nicolás Navajas, propietario del restaurante La Ronda, se trata (la excepcionalidad) de «una solución a una demanda que se ha instalado en nuestra realidad, no creo que se deban reducir espacios gracias a nuestro clima, tenemos que ser coherentes y facilitar la vida en la calle».
En una de las zonas de terraceo por excelencia en la capital, la Plaza de la Corredera, no se recibe con muy buena cara la decisión. Así lo manifiestan empleados de La Paloma y La Tumbaita. En un lugar ya de por sí saturado, la disminución de hueco entre mesas se ve como algo perjudicial para el trabajo aunque reconocen que para los vecinos, dejar de tener que esquivar las mesas que se colocan en los soportales, va a ser algo muy bien recibido.
La ordenación espacial de los veladores es una medida que también repercute en la imagen de la ciudad. El propietario del restaurante El Envero, Fernando Villena, afirma que ellos en su momento no ampliaron espacios por el covid, «hemos mantenido la línea que nos establecía Urbanismo, es decir, el aforo exterior es el 50 por ciento del interior». En este sentido apunta que desde la GMU se implantan normas «que luego nadie sigue». En algunos aspectos del tema de ampliación de terraza que se produjo con el tema del covid, «no cuadra nada con la normativa específica que se nos aplica a los demás en cuanto al número de comensales, algo que se ve muy claro en la zona de María la Judía, donde amplían por los jardines», subraya. El tema de la hostelería, asume, es complicado «porque cada uno mira por su propio ombligo». Muchas veces, añade, «se confunde el tema de la necesidad general, como ha sido el caso de la pandemia, con la necesidad particular de cada uno, ahí es donde radica el quid de la cuestión».
Fuente : www.diariocordoba.com
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